DESCRIPCIÓN DE ANDRES CAMPO
EMBALSE DE PINILLA
Tipo de ruta: circular. Distancia: 15 kms. Duración: 4 horas. Desnivel: 100 m. Dificultad: Baja. Llegada a Majadahonda sobre las 15 h.
Un paseo alrededor de la primera gran presa del Lozoya, tesoro de aves, agua pura y playas secretas
Pinilla del Valle tiene su acceso más directo por la carretera de Burgos (N-I), en cuyo kilómetro 69 hay que tomar la salida hacia Rascafría (M-604) y luego, sobre el kilómetro 17, desviarse a mano izquierda (M-973). La vuelta al embalse también puede emprenderse desde el pueblo de Lozoya, hasta donde llegan los autobuses de Continental Auto (teléfono: 91-314 5755), que salen de la plaza de Castilla
En verano tiene el enorme aliciente de las playas. Camino llano y evidente
En plena canícula, cuando Febo surca el valle del Lozoya por todo lo alto desde Mondalindo hasta Peñalara, vacas hay que caminan sobre las aguas bajas del embalse de Pinilla como en una versión bovina del milagro del Tiberíades. Las benditas cornudas andan como niñas por un McDonald's: tienen líquido dulce a mares, jugosos pastos ribereños y sombrías fresnedas. Nada más le pueden pedir a una mañana candente de agosto. Y el excursionista, tampoco. Vaqueros cántabros fueron los que repoblaron esta nava allá por el siglo XII. Hay quien dice que se asentaron junto a unas peñas, y que de aquellas 'penillas' o 'pinillas' le viene el nombre a Pinilla del Valle. Todo pudiera ser.
Tres siglos más tarde, los pastores obraron una iglesia sólida como una montaña. Las guías turísticas la pintan así: "Parroquia de la Santísima Trinidad. Notable fábrica de una nave, con cubierta de madera y la capilla mayor cuadrada, bóveda de crucería, diecisiete claves sobre ménsulas, columnas góticas, laudas sepulcrales y pinturas al fresco. La portada se abre por medio de un arco con dos arquivoltas enmarcada por un alfiz quebrado. En el arranque del arco, el toro, el león y el águila que hacen referencia al Tetramorfo". Mas el caminante no ha traído diccionario. Lástima. ¡Laudas sepulcrales! ¡Tetramorfo! ¡Qué barbaridad! El excursionista sólo trae esta mañana las viandas de costumbre y un casto bañador, que es prenda que siempre echa al morral cuando se va a arrimar al Lozoya. Y así, pian piano, ufano y escotero, baja por las calles de Pinilla relamiéndose de gusto, cuando nada más cruzar el puente que cae a manderecha del pueblo se topa con este letrero: "Prohibido bañarse. Firmado: Canal de Isabel II". Ante la disyuntiva de darse media vuelta o hacerse el sueco, el excursionista se decanta lógicamente por la opción escandinava, pero como sabe que le pueden llover capones en la cabeza, se arma de las siguientes tres razones para desobedecer públicamente: 1) el agua del embalse proviene del río de la Angostura o Lozoya, donde se chapuzan como caimanes cientos de domingueros; 2) si las vacas abrevan, se remojan las tetas e incluso frezan en el embalse, ¿a qué tanto escrúpulo de Marigargajo por un bípedo que se ducha a diario?; y, sobre todo, 3) es que hace muchísima calor, jo. De modo que, haciéndose de nuevas, el caminante reanuda su gira pegadito a la orilla y, siguiendo primero un camino carretero y luego un sendero, comienza a descubrir playas y calas recónditas, ceñidas por robledales y cantiles de roca caliza. Su estupor sólo es comparable al de las ánades y las garzas reales, que dudan del intruso con su perfil interrogante. Más cerca del cielo no cabe estar: ni siquiera en las cumbres que, desde Peñalara hasta el Nevero, pasando por el Reventón, cierran el magno panorama al septentrión. Cercas ruinosas y árboles muertos asoman fantasmagóricos a la superficie no lejos de la costa: vestigios son de aquellos campos de cebada y centeno, o panes, de los que aún guardan memoria los mayores del lugar. Entonces, el Lozoya era sólo un río. Entonces, vivían de la madera, el carbón vegetal y la ganadería. Entonces, llegaron los del Canal y levantaron, en 1967, una presa de planta recta y 300 metros de longitud en la coronación. Se perdieron pastos y cultivos; se perdieron la ermita de Santa María de las Vegas y el viejo camposanto de Pinilla. En cambio, se ganó agua, ¡toda la del mundo!, que no ha dejado un céntimo a los mayores del lugar.
Rodeando la verja que delimita las instalaciones de la presa, el excursionista emprende el regreso por la cañada que recorre la orilla contraria. Al pueblo de Lozoya, que ocupa un largo trecho de esta ribera, llegan muchedumbres de bañistas, piragüistas, windsurfistas y familias numerosísimas pertrechadas con neveras, barbacoas, bronceadores y todo lo necesario para pasar un día realmente pringoso. El caminante, la verdad, casi prefiere las vacas. Andres Campos
MI RUTA
Embalse de Pinilla y Puentes de Lozoya
Tipo de ruta: Lineal. Recorrido: 11 kms. Duración: 3:30 horas. Desnivel: 100 m. Dificultad: Baja. Llegada a Majadahonda sobre las 14:45 h.
Iremos por el Puerto de Navacerrada y Cotos en dirección Rascafria por la M-604, dejándonos el autobús en la margen derecha en un entrante 100 metros antes del Kilometro 18, desde andaremos unos 50 metros para saltar fácilmente la valla para salir al camino que bordea el embalse.
Siguiendo el camino en dirección de Pinilla del Valle, atravesaremos el núcleo urbano por la Iglesia y saldremos hacia la cola del embalse cerca de un parque infantil. Siguiendo el camino y nada más cruzar el puentecito nos encontramos con un crucero a la derecha, como señalándonos el camino. Estamos a 1090 mts de altitud y en la zona llamada Las Charcas, suponemos es nombre por la proximidad de la cola del embalse. Junto al crucero hay un helipuerto con el nombre de Pinilla y caminando entre fresnos, atravesamos el puente sobre el rio Lozoya y a la izquierda nos topamos con una puerta –barrera donde se inicia un camino carretero.
Desde este punto admiramos por primera vez el collado de Navafría, Pinilla y Lozoya del Valle a la izquierda y los montes Carpetanos a la derecha. Y nos encontramos con unos yacimientos arqueológicos del Pleistoceno Medio/Superior (140.000/90.000 años) y los primeros rosales silvestres y algún que otro abedul amén de los fresnos.
Nos internamos entre robledales y cantiles de roca caliza y a nuestra izquierda vamos descubriendo playas y calas recónditas, ánades, garzas reales y cigüeñas nos acompañan todo el camino. El ganado vacuno campa y pasta a sus anchas, aunque eso si, entre cercas de piedra y alambradas.
A medida que avanzamos por el cómodo camino vamos identificando los picos y montañas que nos rodean. A la derecha, los Altos del Hontanar, con el Cerro del Aguila o Cancho cagao (1662 mts) y El Espartal (1733 mts) como picos más importantes y a nuestra izquierda, El Nevero (2209 mts), la Peña del Cuervo(2150 mts) y El Reventón (1922 mts).
Pasamos junto a una finca llamada Finca del Vallecito y nos internamos a través de un sendero durante un kilómetro, hasta un arroyo que cruzaremos para internarnos por un melojal, donde el camino se pierde, pero nosotros subiremos unos metros hasta una cerca de piedra, donde volveremos a encontrar el sendero.
Mas nos encontramos de nuevo con el camino carretero y de pronto a la vuelta de un recodo nos topamos con el muro de la presa .
Seguiremos por el camino bordeando el embalse y tomaremos la carretera asfaltada dejándola en su curva de 360º para en dirección Este, salir al meandro del Lozoya donde esta asentada la infraestructura de un campamento y que antes de llegar a el hay que cruzar el río Lozoya por un inapropiado puente metálico pintado de verde.
Seguiremos bordeando el rio Lozoya por su margen izquierda hasta llegar al maravilloso puente Romano o mas bien medieval de Cantos o del Congosto, que dejaremos a la derecha para subir por un camino a coger la vía pecuaria que va paralela a la carretera en dirección Oeste hasta salir a la carretera que lleva a las instalaciones de la Central del Embalse donde nos recogerá el autobús